Mikkel Keldorf es un periodista danés desplazado a Rio de Janeiro que ha revolucionado al mundo entero con una afirmación letal: «Niños de la calle son asesinados cuando están durmiendo por la noche en áreas donde hay muchos turistas».
Esa es la traducción literal y no otras que se han usado en España para alimentar el sensacionalismo y la especulación en torno al presunto asesinato de menores en Brasil con el objetivo de dar buena imagen de cara a la que se le viene encima. Como si no fuera suficiente…
Keldorf, que también se hace llamar Mikken Jensen, trabajó como ‘freelance’ desde Brasil durante siete meses. Consiguió vender algunos artículos y vídeos y los que le sobraban los publicaba en su blog. No tuvo mucho éxito. Al menos no el suficiente para mantenerse allí durante más tiempo.
Mientras preparaba el material para un documental sobre el precio humano de la Copa del Mundo, decidió realizar una campaña que, de convertirse en viral, lo ayudaría a promocionarse. Para ello utilizó su perfil de Facebook. En su muro, escribió una carta de despedida en la que explicaba los motivos de su vuelta a Dinamarca acompañada de una foto en la que una nota cubre su boca pero no sus ojos. «Un extranjero que vio lo que los extranjeros no deben ver», decía.
A continuación mostraba su indignación por razones varias como la incursión de la policía en las favelas, la corrupción y principalmente la desaparición de niños. El periodista se preguntaba cuál era el motivo del PRESUNTO (esto lo pongo yo, él no lo puso en ningún momento) asesinato de menores. «¿Por qué? ¿Para dejar la ciudad limpia para los extranjeros y la prensa internacional? ¿Por mí?», se cuestionaba.

El caso es que medios de comunicación de todo el mundo, empezando por los brasileños, se hicieron eco de esta información sin cuestionarse si quiera las pruebas que este periodista pudiera tener. Porque no las tenía, o al menos no las enseñó. Este detalle fundamental da lugar a varias preguntas: ¿Cuál era el verdadero objetivo de Keldorf?, ¿hacer publicidad de sí mismo, denunciar la situación en Brasil, promocionar el documental en el que estaba trabajando…? Y otra para periodistas: ¿De verdad hacemos bien dando voz a teorías sin demostrar con el fin de conseguir más audiencia? ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Edu Sotos, freelance de El Periódico, afincado en Rio de Janeiro, colaboró con Mikkel Keldorf (o Jensen, como queráis) en algunos trabajos. Lo conocía bien y le advirtió de que su plan no era una buena idea. Corrobora que efectivamente se trata de un profesional del Periodismo y no de alguien que solo quería crear una mala imagen de Brasil como se ha publicado en algunos medios. «No es que se haya inventado la historia, simplemente cogió algunos rumores y los presentó como hechos contrastados. Él mismo ha sido desmentido por las ONG’s con las que decía trabajar», cuenta el periodista durante una conversación personal para arrojar algo de luz en este blog.
«Los asesinatos policiales son una constante en el país desde hace décadas pero la impunidad de la que disfrutan impiden a los profesionales de la información informar con el debido rigor esas historias. No digo que no pueda haber acciones de ‘escuadrones de la muerte’ en algunas ciudades sede del Mundial pero nadie ha podido demostrarlo», explica Sotos, que indica, por otra parte, cómo el propio Keldorf le reconoció que había utilizado la información de forma sensacionalista mientras insistía en que en el fondo era real.
Obviamente, en Brasil hay lugares donde es mejor no entrar. Aunque seas periodista. La prensa extranjera suele quejarse de las dificultades que el gobierno brasileño impone a sus corresponsales o colaboradores a la hora de informar desde determinados lugares. Y lo hacen pensando en la censura.
Algo (o mucho) tendrá que ver, no lo pongo en duda, pero ¿qué ocurriría si los periodistas extranjeros, poco acostumbrados a la idiosincrasia de las favelas, entrasen libremente a tratar de descubrir a las bandas de narcotraficantes o a los escuadrones de la muerte? ¿Acaso esto no lo han hecho ya los propios profesionales brasileños? Claro que sí lo han hecho y ha habido muertes, como la de Tim Lopes en el año 2002 o Gelson Domingos en 2011, entre otras. ¿Pensamos porque nacemos y nos formamos en Europa o en Estados Unidos que somos mejores que ellos, nos consideramos más capaces de alcanzar la verdad?
Para mí, egocentrismo y un punto de prepotencia están detrás del caso del periodista danés y se intuyen en muchos de los trabajos periodísticos que llegan hasta aquí. Justifico la necesidad de mis compañeros de profesión de adaptarse a las solicitudes de los medios para comer. Lógico, yo también lo haría, pero corremos el riesgo de no encontrar información que no sea sensacionalista acerca de Brasil, al menos en los grandes medios. Un poco de cordura por favor. Mejor no dar una noticia que dar rumores y especulaciones que sirvan para alimentar el morbo de la audiencia.
Que se están sucediendo crímenes injustificables en Brasil es más que evidente. Y alarmante. Uno de los últimos casos fue el del bailarín Douglas Pereira, cuyo cuerpo baleado apareció en una favela situada en el barrio de Copacabana, al sur de Rio de Janeiro, una zona supuestamente segura donde se alojan miles de turistas cada año.
Y efectivamente, sí, existieron escuadrones de la muerte que estuvieron detrás de cientos de asesinatos de niños en los años 90 en Brasil. ¿Siguen existiendo? Nadie lo sabe. No me extrañaría, la verdad, pero me parecería torpe por parte de las autoridades arriesgarse a que un solo caso pudiese ser documentado en un país plagado de periodistas con motivo del Mundial y de las elecciones presidenciales. Como me decía una española residente en São Paulo hace unos días: «Aquí ocurre lo que piensas que es imposible que pueda suceder».
[soundcloud params=»=true&show_comments=true&color=0ac4ff»]https://soundcloud.com/marcelobechler/mikkel-jensen[/soundcloud]
TRADUCCIÓN DE LA CARTA DE KELDORF PUBLICADA EN FACEBOOK
«Hace casi dos años y medio, yo estaba soñando con cubrir el Mundial de fútbol en Brasil. El mejor deporte del mundo en un país maravilloso. Hice un plan y fui a estudiar a Brasil, aprendí portugués y estaba preparado para volver.
Volví en septiembre de 2013. El sueño se había cumplido. Pero hoy, dos meses antes de que la fiesta del Mundial empiece, he decidido que no continuaré aquí. El sueño se ha transformado en una pesadilla.
Durante cinco meses estuve documentando las consecuencias del Mundial. Existen varias: desapariciones, fuerzas armadas y policías miliatares en las comunidades (favelas), corrupción, proyectos sociales cerrando. Descubrí que todos los proyectos y cambios se deben a personas como yo, extranjero y parte de la prensa internacional. Yo soy un tío usado para impresionar.

En marzo estuve en Fortaleza para conocer la ciudad más violenta que recibirá un partido del Mundial hasta hoy. Hablé con algunas personas que me pusieron en contacto con niños de la calle y supe que algunos han desaparecido. Muchas veces son asesinados cuando están durmiendo por la noche en áreas donde hay muchos turistas. ¿Por qué? ¿Para dejar la ciudad limpia para los extranjeros y la prensa internacional? ¿Por mí?
En Fortaleza me encontré con Allison, de 13 años, que vive en las calles de la ciudad. Un chico con una vida muy difícil. Él no tenía nada, solo un paquete de cacahuetes. Cuando nos encontramos me ofreció todo lo que tenía, o sea, los cacahuetes. Ese chico, que no tiene nada, ofreció la única cosa de valor que tenía a un extranjero que cargaba un equipo de rodaje de 3.250 euros y una Master Card en el bolsillo. Increíble.
Pero su vida está en peligro por culpa de personas como yo. Él corre el riesgo de ser la próxima víctima de la limpieza que está teniendo lugar en la ciudad de Fortaleza.
Yo no puedo cubrir ese evento después de saber que el precio del Mundial no es solo el más alto de la historia en reales y centavos, también es un precio que estoy convencido incluye vidas de niños.
Hoy voy a volver a Dinamarca y no regresaré a Brasil. Mi presencia solo está contribuyendo a un desagradable ‘show’ de Brasil. Un ‘show’ en el que soñaba en participar hace dos años y medio pero hoy voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para criticar y centrarme en el precio real del Mundial de Brasil.
¿Alguien quiere dos entradas para el Francia-Ecuador del 25 de junio?
Mikkel Jensen, periodista independiente de Dinamarca y corresponsal en Rio de Janeiro»
Essa nota é uma grande mentira, é óbvio que esses garotos foram mortos em alguma chacina, isso acontece muito no Brasil com usuários de drogas que não pagam dividas ou por qualquer outro motivo que os traficantes acharem..Podem ver que esse lugar na foto é uma favela, os garotos de ruas geralmente andam pelo centro da cidade. Esse cara que escreveu isso é um grande mentiroso, e só quer se aparecer..