‘Rolezinho’, así es como han bautizado en Brasil al encuentro simultáneo de grupos de jóvenes en los centros comerciales para participar en ‘funks’ callejeros. Esta música, nacida en las favelas, mezcla en sus letras la rebeldía por la situación de desigualdad social del país y el erotismo de sus bailes.
Precisamente este punto es el que ha alejado al ‘funk’ de las clases medias y altas, que lo consideran obsceno y ligado a personas de clase baja y con escasos recursos para la educación. El ‘funk’ brasileño, diferente del estadounidense, muestra claramente la barrera existente entre ricos y pobres en Brasil.
El origen de los ‘rolezinhos’ (de la palabra ‘role’, dar una vuelta) se remonta al pasado mes de diciembre cuando la Cámara Municipal de São Paulo aprobó el proyecto de ley que prohibía el baile o los shows de ‘funk’ en la vía pública. Los jóvenes, que normalmente improvisaban sus letras en jardines o parques, decidieron entonces llevar el espectáculo al interior de los centros comerciales.
Congregados a través de Facebook, consideran que esta es una buena forma de expresar y compartir su indignación y la falta de alternativas para el ocio de quienes no tienen otra opción que divertirse en la calle.
Existen varios tipos de ‘rolezinho’ y diferentes grupos de practicantes. Algunos, famosos en las redes sociales y mejor posicionados económicamente, quedan en los centros comerciales con sus seguidores para conocerse, besarse y comprar ropa y complementos generalmente de marca.
El consumismo entre esta clase de jóvenes ha ayudado a multiplicar el número de comercios de gran tamaño en Brasil. Si en el año 2000 había poco más de 200 ‘shopping center’, en 2014 superarán los 450, un aumento que habla por sí solo de la burbuja económica que vive el país.
La proliferación de este movimiento ha causado graves daños y disturbios en algunos de los ‘shoppings centers’ más importantes tanto de São Paulo como de Río de Janeiro, Brasilia o Porto Alegre.
Compradores asustados y encerrados en el interior de las tiendas, agentes de policía intentando poner orden, detenciones y saqueos posteriores a la interrupción de ‘rolezinhos’ que han derivado incluso en el cierre de algunos centros comerciales que no podían garantizar la seguridad de sus clientes. A esto hay que añadir la acusación de agresión por parte de los policías a jóvenes, algunos menores de edad.
Todo esto en medio de la crítica de los juristas, que consideran un abuso de autoridad prohibir la reunión pacífica de las personas. «Los centros comerciales no pueden vetar el ir y venir«, afirma en declaraciones al periódico Estado de São Paulo, el profesor de Derecho del Consumidor, Renato Porto.
En la misma línea, Virgílio Alfonso da Silva, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de São Paulo, explica que los establecimientos «no pueden hacer una selección en la puerta en base a criterios ilegítimos como la cara de la persona».