Brasil fue elegido por la FIFA como sede del Mundial 2014 en el 2007. Desde entonces, el país hoy dirigido por Dilma Rousseff, ha tenido siete años para preparar el mayor evento deportivo del mundo después de los Juegos Olímpicos.
Además de la polémica por la entrega de estadios sin terminar y la multiplicación desorbitada de los gastos previstos existen otros problemas que Brasil debe enfrentar. El planeta entero se prepara para juzgar lo que ocurra en un país en el punto de mira, por mucho que no lo quiera reconocer.
Estos son los principales retos (pero no los únicos) que Brasil debe superar si no quiere que su imagen como nación caiga en picado durante el mes que dura el Mundial de fútbol:
1. Asegurar el transporte público. Si ya de por sí la movilidad urbana en Brasil no es precisamente excelente, una fuerte huelga de los trabajadores del metro de São Paulo tiene prácticamente paralizada la ciudad desde hace días. Muchas empresas están pidiendo a sus empleados que trabajen desde casa y otros directamente no pueden prestar sus servicios porque les resulta imposible desplazarse. Por otro lado, no se descartan nuevas protestas en el sector del transporte por autobús. El mes pasado la huelga de trabajadores afectó a once capitales brasileñas.
2. Evitar una huelga general. No solo los trabajadores de Metro y de autobús se han quejado en los últimos días. Los profesores de las escuelas públicas lo llevan haciendo durante meses e incluso acudieron a la concentración de la selección brasileña para llevar sus reivindicaciones. También policías y profesionales de la sanidad se han manifestado en varias ciudades para reclamar mejoras en sus condiciones de trabajo. Todo este clima de agitación es interpretado por la FIFA como el inicio de una posible huelga general que, de producirse durante los días que dura el Mundial, podría incluso paralizar la competición.
3. Controlar la proliferación de manifestaciones. Las protestas contra la corrupción política y el malgasto de dinero público en Brasil se suceden cada día. Se cumple un año desde que los brasileños tomaron las calles para mostrar su indignación por el aumento del precio del billete de autobús. Estos actos, que en un principio parecían temporales, derivaron en un movimiento contra una subida de impuestos que no se traducían en mejores servicios para el ciudadano. Al mismo tiempo, los brasileños asistían a la construcción de estadios faraónicos cuyo precio presupuestado aumentaba sin parar. Un sector de la sociedad, bajo el lema ‘Não vai ter Copa’ (no habrá Mundial) amenaza con la paralización del evento. Los conflictos entre manifestantes y fuerzas de seguridad están prácticamente asegurados. De recrudecerse podrían derivar en una tragedia.
4. Que no se produzca un apagón. Las posibilidades de que alguna de las 12 ciudades sede del Mundial de Brasil se quede sin luz no es tan remota. El problema de la energía eléctrica en Brasil ha llevado este debate incluso al Congreso de los Diputados brasileño. La Agencia Nacional de la Energía Eléctrica (Aneel) ha apuntado que la situación es de mayor riesgo en Porto Alegre, Manaos y Curitiba (primera sede de España).
5. Que haya agua para todos. Los expertos alertan de la posibilidad de que el estado de São Paulo no pueda abastecer a todo el mundo durante los días del Mundial. El problema, según afirmó Paulo Costa, diretor da H2C y especialista en uso racional del agua a Portal 2014, el problema no es que no haya agua sino que faltan inversiones para hacer de ella un recurso consumible.»¿Cómo se puede explicar que el país que tiene el 13% de toda el agua dulce del mundo no disponga de políticas ambientales que permitan abastecer a la población durante los mayores eventos del planeta?», se preguntaba.
6. Que los teléfonos e Internet funcionen correctamente. Si los periodistas de todo el mundo se quejaban abiertamente de la lentitud de la conexión a Internet durante la Copa Confederaciones de 2013, nada hace intuir que esta situación vaya a mejorar de cara al Mundial. Al contrario. Más gente y más demanda que podrían agravar los problemas a la hora de trabajar o de comunicarse, principalmente en las áreas cercanas a los estadios. La mitad de estos, por cierto, no tienen Wi-Fi. Las comunicaciones por teléfono también podrían tener fallos. El mayor riesgo se producirá en los estadios de Itaquerão (São Paulo) y Arena da Baixada (Curitiba).
7. Que no se se repitan los arrastões (y otros asedios a turistas). No hace mucho tiempo, los arrastões se reprodujeron en Brasil (si es que alguna vez dejaron dejaron de existir…) Consisten en el asalto de una multitud hacia otra multitud. Por ejemplo, jóvenes de clase baja que roban a los turistas en las playas al mismo tiempo (aunque pueden producirse en otros lugares como restaurantes o puntos concretos de una ciudad). Otros riesgos para los turistas son la posibilidad de ser amenazado en plena calle y no saber cómo actuar o incluso sufrir una violación. Aunque en general no se esperan complicaciones de este tipo, Brasil debería poner especial cuidado a la protección de los turistas.
8. Que ningún estadio (algunos sin probar) sufra desperfectos. Las prisas de Brasil por entregar los estadios a tiempo incluso sin haberlos terminado al 100% ha impedido que puedan realizarse pruebas en algunos de ellos para comprobar que todo está perfecto. Es el caso del campo donde se inaugurará el campeonato, el Itaquerão de São Paulo.
9. Garantizar el buen funcionamiento de los aeropuertos. Obras sin terminar, escasez de trabajadores para asistir a los pasajeros, dificultad para comunicarse por Internet son solo algunos de los problemas que los turistas se encontrarán nada más llegar a Brasil. El buen funcionamiento de los aeropuertos es uno de los retos fundamentales del gobierno brasileño.
10. Paralizar a los ‘Black Bloc’. Este grupo anti sistema ha amenazado con desatar el caos en Brasil durante el Mundial. Para ello ha decidido unir sus fuerzas a las del Primer Comando de la Capital (PCC), organización criminal que domina las cárceles de São Paulo y ejerce el mando directo a los seguidores que no están detenidos. Su capacidad es incontrolable y ellos, totalmente anónimos. El gobierno los vigila atentamente.