¿Qué pasa con el turismo en Brasil?

Estos días me ha llamado la atención una galería de imágenes sobre los diez países más visitados del mundo. Confieso que las fotos me entraron por los ojos y caí en el ‘click’ para ver cuántos conocía y cuántos otros me quedan por conocer. El primero, Francia; el segundo, Estados Unidos; el tercero, España. Ohhh España…




Con todos tus problemas, defectos y dificultades, todavía eres capaz de atraer a 60 millones de turistas cada año. Sí, 20 millones más que habitantes. Aunque por quejarnos (cosa muy española) siempre alertamos de que vivir del turismo es de países pobres, lo cierto es que viene bien a la economía, expande la cultura española, potencia el consumo de productos y servicios y lo más importante: nos hace sentir orgullo.

¿A quién no se le cae la baba cuando pasa la frontera y alguien le dice que conoce España, que le encanta, que quiere aprender a cocinar las maravillas gastronómicas nacionales, que habla un poquito español…? ¡Claro que nos gusta!

Después de que se me abriera una sonrisilla de satisfacción, pensé: «A ver cómo está Brasil». Y me puse a buscar datos. Brasil… ¿Cómo es posible? En O Globo presentan como un éxito que el país se haya metido entre los 40 primeros destinos, según los últimos datos ofrecidos por la Organización Mundial del Turismo. ¡40! «¿Pero qué mérito tiene eso?», reflexioné. Analizando el último informe del Ministerio de Turismo brasileño me encuentro con algunas sorpresas.

Por ejemplo, que la inversión en promoción internacional cayera del 2008 al 2009 (último año del que hay datos oficiales) de 63,85 a 39,87 millones de dólares (de 56,47 a 35,26 millones de euros) . «Las dimensiones y la diversidad del territorio brasileño son tales que la estructuración y la organización de la oferta turística del país constituyen uno de los mayores desafíos para la gestión y el desarrollo sustentable de la actividad», reconoce este estudio. Es decir, Brasil es tan enorme y tan variado que organizar una actividad turística ordenada y atractiva para los turistas de todo el mundo, es muy complicado.

Sigo buscando… y me encuentro con otro dato sorprendente. Antes del Mundial de fútbol, concretamente en el año 2013, Brasil solo recibió ¡6 millones de turistas! Y resulta que México, que comparte con Brasil una imagen dañada por los problemas de seguridad, acogió en el año 2012 a más de 23 millones de visitantes afianzándose como primer destino en América Latina. ¿Cómo puede ser tan grande esta diferencia?

En el último ránking de competitividad de viajes y turismo, correspondiente al año 2011, México se sitúa en el puesto 43 y Brasil en el 52.

Aunque no conviene comparar el desarrollo económico y turístico de Sudamérica con el de Europa, solo resaltar que España se encuentra en el octavo puesto en el mismo informe encabezado, en este orden, por Suiza, Alemania y Francia.

Me llama la atención otra justificación oficial del Ministerio de Turismo brasileño, en este caso relacionada con las consecuencias de la crisis económica mundial: «Tendrá impacto en los viajes de norteamericanos y europeos a Brasil, un destino de larga distancia y con un coste elevado. Los flujos de turismo internacional deben intensificarse con origen en los BRICS, principalmente China e India, con mutuos intereses comerciales. Brasil tendrá un refuerzo espontáneo de la exposición en los medios de comunicación gracias al Mundial de Fútbol y a los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Estos eventos pueden incentivar el aumento de los viajes de los países vecinos a Brasil, reforzando el flujo turístico intrarregional».

O sea, para entendernos, Brasil desiste de potenciar el turismo con origen en Estados Unidos y Europa debido a la crisis y la distancia, pero confía en la llegada de viajeros procedentes de China e India, al mismo tiempo que reduce la inversión en promoción internacional porque la organización de los megaeventos deportivos ya, en sí misma, atraerá al turismo sudamericano gracias al aumento de la exposición en los medios de comunicación. «¿Cómo?» No soy yo precisamente una experta en difusión del turismo, pero ¿no es una tontería?

En el 2014, Brasil fue señalado por Lonely Planet como el destino turístico más atractivo del mundo y, personalmente, lo corroboro. En mi último viaje pasé buenos ratos al sol pensando: «¿Por qué los españoles se van a esos ‘resorts’ de Cancún donde solo pueden mojarse el culo en aguas cristalinas y beber y comer sin salir de los límites que les marca su pulserita, con lo maravilloso que es cualquier rincón de Bahía?» Y mis conclusiones siempre fueron las mismas: les sale demasiado caro, tal vez ni siquiera saben que existen sitios paradisíacos como Itacaré o Morro de São Paulo (solo por mencionar alguno) y tienen miedo a la inseguridad.

Desmontar y mejorar estos tres puntos debería ser el objetivo de Brasil si quiere posicionarse, que tiene todo para hacerlo, como uno de los destinos turísticos más importantes a nivel global.

Brasil exporta turistas 

Sin que sea mi intención hacer una crítica formal a ningún gobierno, me llama la atención que Brasil presuma de que cada vez sean más los brasileños que tienen capacidad adquisitiva y acceso al crédito suficiente para hacer turismo internacional. En concreto, el gobierno de Dilma espera batir récords y pasar de los 7,5 millones de brasileños que viajaron fuera del país en 2014 a 11 millones en 2015.

Esto significa que Brasil tendría un déficit clarísimo de turistas. Si recibe 6 millones de visitantes extranjeros y espera exportar 11… algo falla. Resulta obvio que los brasileños gastarán su dinero fuera del país mientras que no llegarán turistas suficientes para compensar la salida de divisas. ¿Esto es bueno para quién? Para Brasil creo que no.

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2 Comentarios

  • RODRIGO
    marzo 8, 2015 a las 8:43 am

    Excelente artículo con una buena reflexión sobre este tema. Yo soy brasileño vivo en España y siempre me hago las mismas 0preguntas. Aún sigo sin respuestas, no entiendo la falta de promoción del turismo brasileiro.

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  • marzo 12, 2015 a las 11:16 am

    En 2010 fuimos a Natal y su área cercana (200kms norte y sur) en el verano español/invierno brasileño. Es espectacular la ausencia de gente, la facilidad de estar en contacto con la pobreza feliz de sus gentes, una vuelta a la España de los 50. El silencio, la grandeza. Las gentes muy agradables y la calmadas. Lo más peligroso, la policía con la que tuvimos que trapichear una multa que no debían ponernos… La naturaleza de ese sitio es sobresaliente.

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