Morro de São Paulo es uno de los lugares más idílicos y turísticos de Brasil. Se encuentra en el estado de Bahía, a un par de horas en catamarán desde Salvador (también puedes ir en lancha rápida pero el viaje no es directo). Para mí es un punto imprescindible para quien pretende conocer las maravillas bahianas.
Está perfectamente acondicionado para recibir a cientos de turistas, la oferta de ocio, ecoturismo y deporte es variada, es seguro y, por encima de todo, permite desconectar del mundo y renovar absolutamente todos los pilares mentales de una persona. No… no exagero. ¡Me pasó! :)

Lo que más llama la atención nada más pisar Morro de São Paulo es la cantidad de chicos que esperan la llegada de los barcos para ayudar a los turistas con sus maletas.
En Morro de São Paulo no hay coches, la gente se mueve a pie, como mucho en bicicleta. En algunos puntos próximos a las playas menos concurridas permiten el alquiler de ‘buggys’, pero un coche como tal circulando por el centro de la ciudad… ¡imposible!
Los taxis no son coches ni carros ni nada por el estilo. ¡Son carretillas! Sí, sí, las típicas carretillas de los obreros… Los taxistas de carretillas de Morro de São Paulo son majísimos y te ayudan a encontrar tu posada, que parece fácil pero no lo es. ¡Hay demasiadas! En la segunda playa, la tercera, la cuarta… ¡Qué lío!

Aunque pueda llegar a darte pena verlos sufrir subiendo esas cuestas cargados de maletas, ellos están súper acostumbrados a hacerlo. De hecho, se pasan el día subiendo y bajando los caminos ayudando a los turistas a transportar sus cosas. Si no recuerdo mal, a mi me cobraron 10 reales (2,30 euros), una cantidad pequeñíma para el tiempo y el esfuerzo invertido. Si puedes, dales más porque se lo merecen por sudar la gota gorda y hacerlo con esa sonrisa y esa alegría vital del pueblo bahiano.
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