La codicia que rodea a Rio 2016: la cara B del alquiler ‘domiciliar’

Este mes he dormido 17 días en el suelo de una despensa. Me da hasta pereza contar detalles de esta historia porque ya ha pasado y no me apetece regocijarme mentalmente en situaciones que me han provocado mucha tristeza, demasiada. No solo por el hecho de sentirme como un perro abandonado a 8.000 kilómetros de su casa. No solo por eso, sino porque sucediera en la que considero mi segunda patria, mi otro hogar.





«¿Eres extranjera?», me preguntan muchas veces. Algunas, cuando estoy cansada de dar explicaciones, me río y contesto: «No, no soy gringa, soy española-brasileira». Pues eso. Que el aprecio por un país, o por una ciudad en este caso, no es suficiente para no caer en la picaresca que caracteriza a una parte de su población.

Juro que no quería escribir sobre esto porque ha sido el motivo por el que he perdido la inspiración. Preferiría hacer borrón y cuenta nueva, pero siento que tengo la obligación moral de justificar mi semi-ausencia y alertar a quienes buscan alojamiento durante los Juegos Olímpicos de Rio 2016.

Paseo por el Parque Nacional da Tijuca en Río de Janeiro. Foto: Virtudes Sánchez

A estas alturas de la película debería haber publicado tres veces más cosas de las que he publicado desde que estoy en Brasil. Alguna vez pensé: «Todos creerán que me he relajado y he dejado de trabajar». Pues no :)

Después de 15 días en Minas Gerais llegué a Río con un montón de ideas, con fuerza para salir a la calle y hacer contactos, para hablar de Brasil, Más Que Fútbol cada 15 segundos (si tienes un blog, ¡TATÚATELO!), para hacer un millón de vídeos, descubrir lugares y ofrecer muchos más contenidos positivos de los que ya tenemos. Pero la realidad me lo ha puesto difícil.

Alquilé una habitación en una casa entre Copacabana y Leme a finales de abril y no la he podido usar hasta el 21 de mayo. En ella vive una señora que tiene un cuarto libre porque sus hijas están fuera. Esto es lo que en Brasil se llama ‘hospedagem domiciliar’.

En Río de Janeiro los pisos compartidos no están tan extendidos como en Europa y los que existen, muchas veces son falsamente compartidos. Es habitual que, quien te alquila, pretenda que le pagues el alquiler y desaparezcas durante el máximo tiempo posible para que no gastes luz, ni agua ni aire acondicionado.

En algunos anuncios lo dicen sin tapujos: «Se busca chica con contrato fijo que trabaje fuera de la casa». Pues lo siento, pero los ‘freelance’, autónomos, buscavidas en general, tenemos estas cosas… necesitamos nuestro propio espacio.

Es posible que la cultura del alquiler sea demasiado joven en Río de Janeiro o que la gente no piense en las personas y sí en ganar el máximo dinero posible con el mínimo esfuerzo necesario.

Aunque no podían garantizarme un hueco decente en la casa porque una de las hijas y el novio pasarían las vacaciones en Rio, no me dijeron que no viniera, que me buscase una alternativa, porque sería temporal. «A gente se da un jeito».

Y mientras nos damos un jeito (nos apañamos, en español), yo pago para que otros miembros de la familia duerman en mi lugar. ¿Por qué? Sencillo, porque después de mayo viene junio y luego julio y ¿luego? AGOSTO con los Juegos… La suma es fácil: 3 meses+JJ.OO= ¡fortuna!

El refrán de hacer el agosto se va a quedar pequeño con lo que va a pasar en Rio 2016… Si quieres venir porque te encanta el deporte y es tu sueño, prepárate para rascarte el bolsillo.

Aquí, aunque me pese reconocerlo, no eres un trabajador/deportista/aficionado/turista, eres el símbolo del dólar. Lo normal no existe. Existe lo conveniente. O lo más conveniente…

Durante este tiempo he tratado de buscar una solución. Salir de la despensa para ir a un lugar no sé si más digno, pero por lo menos más cómodo. ¿Y qué he descubierto? Que no debería ser honesta.

Si digo la verdad, que estaré hasta septiembre, cuando terminen los Juegos, muchos no me quieren alquilar nada porque prefieren esperar a los 17 días que dura la competición para cobrar hasta 5 veces más de lo que podrían cobrar a un inquilino normal.

Es decir, prefieren tener habitaciones vacías durante varios meses, y frotarse las manos en agosto. Me pregunto: ¿no sería más lógico alquilar a precios razonables durante más tiempo? Aquí, por lo visto, no.

Algunos dueños me han llegado a confesar que cuando hay un evento (un concierto de un grupo internacional por ejemplo, que en España ni siquiera sería relevante), echan a quien haya en las habitaciones alquiladas para ganar más dinero con los fans. ¿Es eso ético? ¿Es justo? ¿Es permisible?

Vistas del piso de Copacabana. Foto: Virtudes Sánchez

Aunque he escrito poco, he reflexionado mucho durante estos días, pero no sé si he llegado a ninguna conclusión válida… Necesitaría dejar pasar más tiempo. Terminar de resolver la situación y analizar las cosas con perspectiva.

A día de hoy no tengo una cama asegurada para Rio 2016. Si me quedo donde estoy es muy probable que la jugada se repita. Y si me voy, en el nuevo destino me puede ocurrir exactamente lo mismo.

Algunos amigos (brasileños todos, ojo, los españoles han desaparecido repentinamente…) me han ofrecido un hueco en sus casas e incluso me han ayudado a buscar posibilidades entre sus amistades. Ya es suficiente para pensar que, efectivamente, no todos los cariocas son iguales. ¡Faltaría más!

AIRBNB Y LA FALTA DE ALOJAMIENTO

Si una cosa preocupaba al Comité Olímpico Internacional antes de la concesión de la organización de los Juegos, era precisamente la capacidad hotelera de Río de Janeiro. Aunque se han construido bastantes hoteles, sobre todo en Barra da Tijuca, no son suficientes para albergar a la comitiva olímpica y a los turistas. Incluso porque no todo el mundo se puede permitir pagar 200 dólares por noche o más.

El Comité Organizador tiene un acuerdo de patrocinio con Airbnb y hasta hace pocos días encaminaba a los usuarios de su página en español a alquilar a través de esta plataforma. ¿Cuál es el problema? La mayoría no son pisos vacíos sino que en ellos viven los dueños o quienes lo tienen alquilado. Y esa gente, en general (que me perdonen los más abiertos de mente), no está acostumbrada a recibir a extranjeros en su casa.

Pretenden recibir el dinero, pero sin ‘complicaciones’. Ya he oído: «Quiero alquilar mi casa pero no quiero a argentinos ni mexicanos porque me pueden romper todo». Vamos a ver… No quieres alquilar tu casa. Quieres ganar dinero fácil sin cesiones, sin prácticamente ofrecer nada a cambio.

Playa de Copacabana,en Río de Janeiro. Foto: Virtudes Sánchez

Esta semana fui a ver un piso en Ipanema. La chica que lo tenía alquilado y que se encargaba de administrarlo (ella pagaría menos que el resto, obvio), puso cara de asco cuando le dije que cocino mi propia comida. «OMG, ¡va a ensuciar mi cocina!», leí en sus ojos.

«La mesa del salón no la puedes utilizar porque es mía, la he comprado yo y trabajo ahí», continuó. «Bueno y entonces, ¿qué opinas?», dijo. «Pues mira, teniendo en cuenta el precio de la habitación (1600 reais, unos 400 euros), que tiene solo un baño para tres (¡chicas!), que no puedo cocinar y tampoco puedo usar la mesa del salón, prefiero buscar otra cosa.

Es que me gustaría sentirme en mi casa…», le respondí como si tuviera que pedir perdón por ello. Sin contar que los 10 MB (falsos megas) de Internet no serían suficientes para mi y cuando le planteé la posibilidad de aumentarlo rápidamente me explicó que eso «tem um coste a mais»… :D

ALQUILER TEMPORAL

En Rio de Janeiro compartir piso se lleva poco. Lo que sí se usa es lo que los brasileños llaman ‘aluguel por temporada’. Alquilan por días, semanas e incluso meses. No más de tres. Si tienen un contrato legal (cosa extrañísima) y el inquilino está más de tres meses, adquiere automáticamente el derecho a seguir hospedado en la casa. Es decir, el dueño puede tener complicaciones para echarlo en temporada alta.

Carnaval, fin de año, verano y fechas en las que hay algún evento que atraiga a mucha gente de fuera, son los momentos en los que algunos dueños se embolsan el dinero que ganarían alquilando durante varios meses. A veces sale toda la familia de la casa para alquilarla a precios altísimos.

Esto no es una crítica, cada uno hace con su casa lo que quiera, por supuesto. Lo que no me parece admisible es ser deshonesto, mentir y tratar a los inquilinos (¿extranjeros?) como si fuesen (¿fuésemos?) idiotas.

PD: la ‘malandragem’ no es un valor olímpico :(

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