Brasil es el país más alegre y positivo del mundo. No tengo ninguna duda. El optimismo, la energía y el espíritu emprendedor de la gente es lo que conquista a los turistas que deciden conocer las maravillas escondidas en sus impresionantes ciudades. Hay cientos de detalles, pequeñas rutinas de la vida cotidiana que debíamos copiar en España. Sería todo mucho más fácil, seguro…
Algunos hábitos de los brasileños, como abrazar para saludar, al principio pueden resultar chocantes, pero expresan una forma de ser que se resume en una frase escrita en cualquier rincón de Brasil: «Mais amor, por favor». Es una filosofía, una mentalidad. Nada es tan grave, nada tan urgente.
1. Aprovechar la vida
Ya que no sabes cuando vas a dejar de existir (porque sí, todos tenemos que morir un día) y que puede ser dentro de 5 minutos, mañana o pasado, ¿por qué no aprovechar el momento y disfrutar? Es posible que la violencia en Brasil influya en esta mentalidad.
El brasileño es un pueblo que ha sufrido, que ha llorado, un pueblo con historia que ha visto cómo invadían sus tierras, ha vivido la esclavitud, acostumbrado a salir de sus fronteras para buscarse la vida. No ha tenido grandes guerras (más allá del drama constante que se vive en algunas favelas) pero sí una dictadura, que es asaltado diariamente a base de impuestos, torturado con noticias dramáticas en los telediarios, robado por sus dirigentes, acostumbrado a ver más penas que alegrías… Los brasileños tienen razones para quejarse, pero a morir reclamando no le ven sentido. Yo tampoco.

2. Emprender, arriesgarse
El brasileño siempre tiene una idea. Un proyecto, una ilusión que llevar a cabo, un negocio… Ese espíritu emprendedor se ve en la calle. Venden las cosas más inverosímiles. Salen con su coche, su furgoneta, su maleta ¡lo que sea! El caso es buscarse las habichuelas. A veces lo hacen de una forma un tanto kamikaze, sin analizar demasiado las posibles consecuencias, pero por lo menos tienen iniciativa. El riesgo les gusta, les motiva. ¿Quién dijo que no se puede? Pode sim! :)
3. Saber perdonar
El brasileño no suele guardar rencor o por lo menos no lo demuestra. «Aconteceu? Ja foi». Pasó y listo. La vida sigue. A lo mejor no olvida, pero tampoco vive recordando el mal momento por el que pasó como regocijándose en el dolor. Esto me recuerda a la canción española del vídeo de abajo que dice «déjame sentirme abandonado, déjame que rabie de dolor». Es que somos muuuuuuy intensos. ¡Demasiado!
4. Halagar
¿Por qué no decirle a tu amiga, a tu madre, a tu prima, a la vecina del quinto lo guapa que está? ¿Por qué no poner un comentario en una foto en las redes a alguien a quien aprecias, a quien admiras…? ¡Es simple!Una cosa que me impresiona y me encanta de los brasileños es que no tienen ningún complejo a la hora de decirle a los otros lo guapos que se han levantado ese día, la buena cara que tienen, el trabajo tan profesional que hacen… Halagan muchísimo. Eso les hace más humanos. O por lo menos, menos envidiosos.
En España la gente no tiene ese hábito. A lo mejor me parece que mi mejor amiga está guapísima, pero quizá en lugar de decírselo lo primero que se me ocurre es sacarle algún defecto. «Pues yo creo que la falda debería ser un poco más larga…» Ahhhg… Como dicen en Brasil: «Para com isso!» :D
Este es un ejemplo, mis amigas españolas ¡SON UN ENCANTO! :)
5. Amar más
Otra cosa que me llama muchísimo la atención. En Brasil no tienen reparos a decirse unos a otros que se aman. Se aman porque se quieren amar ¡y punto! En España decir «te quiero» a alguien es casi un acontecimiento histórico. Los brasileños muestran cariño y lo hacen incluso después de haber superado fases malas con algunas personas. En realidad el brasileño ama más profundamente. Es como decir «te quiero bien», me gusta tu persona, me haces bien, me gustas. No solo es querer a una pareja o familiar, es más amplio :D

6. No desistir nunca
Ya lo dice bien claro el himno brasileño: «Verás que um filho teu não foge à luta» (verás que un hijo tuyo no huye de la lucha). Si se empeñan y se esfuerzan en conseguir algo, no se lo intentes quitar de la cabeza porque difícilmente van a dejar de confiar en que su proyecto o su ilusión tiene sentido. Con un poco de «foco, força e fe» van detrás de su objetivo fijamente.
7. Valorar las virtudes de los otros
Nunca me gustó mi nombre, nunca. Sin embargo, en Brasil me han hecho entender que su significado es muy importante porque «virtude é uma coisa muito boa», repetían. Valoran a las personas luchadoras, «guerreiras», valientes, trabajadoras. Y lo dicen sin problemas, les dan sus «parabéns» (felicitaciones). En España no sé si no se valoran tanto o no se quieren valorar. Y volvemos a la envidia o al resquemor. Asunto para reflexionar…
8. Agradecer
En Brasil se agradece por las cosas. Aunque sean básicas. Y no se trata solo de decir gracias, obrigado en este caso. Es un hábito, el de corresponder con un gesto o una palabra a otra persona que ha hecho algo bueno. Puede parecer una tontería, pero ¿cuántas veces te has planteado que por el simple hecho de vivir y tener salud deberías estar agradecido? ¿Cuánta gente hay sufriendo en los hospitales o luchando contra enfermedades durísimas? Podrías ser tú o yo…

9. Sonreír sin motivo aparente
El brasileño podría liderar cualquier ránking de pueblos sonrientes. Unos más y otros menos, por supuesto. Me impresionó ver la cara de la gente en Bahia, con aquellos dientes blancos, perfectos y bien cuidados. Podía ser en una cola, en un atasco, en una aglomeración de personas esperando para llegar a casa después de un pesado camino en ferry… sonríen por costumbre, aunque a veces tengan motivos más que suficientes para no hacerlo. Y sonreír atrae cosas buenas, en eso también coincido con ellos ;)
10. Mirar a los ojos
O ‘olho no olho’. Ya lo había percibido en anteriores viajes, pero después de volver la última vez este ha sido mi principal choque cultural. En Brasil la gente camina mirando al frente, raras veces rehuye la mirada de otro. Al contrario. Lo mira desafiante o seductor o interesado o atento… pero lo mira.
En España depende mucho de la ciudad. No es lo mismo Madrid que Ciudad Real o Cádiz, desde luego. Pero en grandes ciudades, haced la prueba: mirad de frente en la calle. Contad cuántos os miran y cuántos bajan la mirada. Puede ser en otro sitio. En cualquier evento, en el trabajo, en el gimnasio. La gente tiene miedo a los ojos de los otros. ¿Pero qué nos está pasando? Nos estamos europeizando de más me parece a mi…
En este vídeo cuento lo que me pasó el otro día en un acto al que acudió Roberto Carlos. Yo iba a hablar con él pero tuve que hacer un trabajo antes y llegué cuando ya se había ido. Está en portugués, pero algunos seguro que lo entienden ;)
11. Ayudarse cuando salen de su país
No siempre porque a veces tienen tanta pelusilla como nosotros o más, pero muy a menudo los brasileños se ayudan entre ellos. Si uno abre un negocio y está empezando, el resto irá allí siempre y llamará a sus amigos para que también vayan. ¿Por qué? «Para dar uma moral». O sea, para ayudarle a crecer en sus comienzos.
El último caso que he visto es el de un paulista que tiene una imprenta en Madrid hace menos de un año. Le llegan pedidos de brasileños desde casi todos los países de Europa. ¡Es impresionante! Se va corriendo la voz de que un brasileño hace eso y allí que van sin pensarlo dos veces. Al final, para gastar el dinero en otro sitio, mejor ayudar a un compatriota que lo necesita ¿no?
12 La naturalidad y la espontaneidad
Y no es que los españoles no seamos espontáneos, somos los que más pero en algunas cosas nos contenemos por el qué dirán. En Brasil son espontáneos en todos lados. En la calle, en las redes y donde haga falta. Muchas veces los propios brasileños me preguntan por qué los españoles no intervienen tanto en mis publicaciones en Facebook o Instagram. Siempre les digo que están pero no se manifiestan. ¿Por qué no lo hacen? A veces por vergüenza, otras por inseguridad..
Los brasileños son tan espontáneos y naturales y que a veces resultan divertidos y otras (según lo que hayas entendido su cultura) excesivamente atrevidos. ¡A mi me encanta! Siempre salen bien de cualquier situación, tienen respuestas para todo, son graciosos, simpáticos… ¡Geniales!
13. Quejarse menos y sambar más
El «menos samba y mais trabalhar» típico de España (coitados, os brasileiros devem nem saber que aqui as pessoas brincam desse jeito) yo lo cambiaría claramente por un «quéjate menos y samba más». No creo que lamentarse de algo cada tres segundos sea exclusivo de los españoles. Imagino que otros países deben compartir con nosotros ese vicio absurdo de reclamar de algo cada dos por tres.
Tienes un trabajo, una casa, un coche, ropa, comida, salud y probablemente una familia maravillosa. ¿DE QUÉ TE QUEJAS? No soporto a la gente así. Una roda de samba les daría la alegría y el buen rollo suficiente como para ver, por lo menos, el otro lado de la moneda ;)
14. Ser patriota
No es que yo sea partidaria de ser excesivamente patriota pero patriotismo al final significa unión. Unión por unos símbolos, unos valores y una cultura en común. En España no tenemos ni idea de lo que significa cantar un himno todos juntos, todos emocionados. Ni idea. En lugar de tararearlo (porque no tenemos letra), lo pitamos. Nos queremos dividir, queremos tener más dinero que la región de al lado, que el vecino de al lado. Queremos ser yo, yo, yo, yo y después más yo.
Es bonito ver a los brasileños protestando en las calles pidiendo reformas políticas y judiciales, con ideas muchas veces enfrentadas pero vestidos de verde y amarillo. Luciendo su bandera de Brasil. Porque si hay algo que une en la división es su bandera y sus símbolos. Eso es lo que más echo de menos en España.
No os lo toméis a mal. Prometo que haré un listado de cosas que los brasileños deberían aprender de los españoles. En portugués y con todo el cariño. Como en este caso ;)
BONUS TRACK: ABRAZAAAAAAAAAAAAAR!!!!!!!!!!!!!! Cada vez que veo a un brasileño y me viene a dar dos fríos y secos besos le digo: «Ahhh não, eu quero um abraço brasileiro!» Porque si hay algo que diferencia a los brasileños del resto del mundo es su pasión por los abrazos. Dicen ‘hola’ (o ‘oi gente’) y dan un abrazo.
‘Tchau, tchau’ y dan otro abrazo. Y abrazos, abrazos, abrazos… ¡Es genial! ¿Por qué? Porque genera simpatía, cariño, buen rollo, acerca a las personas, las hace iguales. Vamos a copiar esto por lo menos, ¡por Dios! :D
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