No hay nada como buscar algo en el ordenador y encontrar una lista de temas sobre los que te gustaría escribir y todavía no has escrito. Durante los meses que viví en Rio de Janeiro iba abriendo blocs de notas en el móvil donde anotaba detalles, costumbres y otras cosas que me llamaban la atención. Uno de ellos era sobre los hábitos a los que más me costaba acostumbrarme. Creo que podría vivir en Brasil toda la vida y no me terminaría de adaptar a ellos. Ni yo ni posiblemente el 99% de los extranjeros.
Voy a hacer una pequeña lista y explicarla, pero por favor, brasileños, no os lo toméis a mal porque es todo desde el cariño, como siempre :)
1. Prohibido tirar el papel al retrete
Si no fuera porque está escrito en todos lados acabaría atascando todos los retretes de Brasil a mi paso. No se puede tirar el papel higiénico dentro, hay que hacerlo en la papelera. Al final lo interiorizas, porque no te queda más remedio, y cuando vuelves a España lo tiras a la papelera en vez de dentro de la taza (en portugués ‘vaso’). El mundo al revés :)

2. Café con leche
En esto no estoy sola. Cuando descubrí que a mi amiga Begoña, que es de Santiago de Compostela pero vive en Belo Horizonte, le pasaba lo mismo, me sentí mejor. ¿Por qué es tan difícil encontrar un café con leche normal en Brasil? La mayoría de las veces, por no decir siempre, la leche te la ponen fría y mucha y muy fuerte. Es como la mantequilla. No he visto cosa más pura en mi vida. Demasiado ‘heavy’ para un estómago sensible.
La leche del café. Si la quieres caliente te la ponen a parte. Me quedé con la boca abierta una noche que tenía que quedarme escribiendo y necesitaba un chute de cafeína urgente. En aquélla época vivía en Leme. El único sitio abierto que tenía café a esas horas era un restaurante español muy famoso, el Shirley. En realidad fue español. Ahora quienes se encargan de él son los hijos del dueño, que era gallego, pero murió. Ellos ya son brasileños. Me costó 12.50 reais, unos 3,20 euros. Era tan caro porque por un lado te cobran el café y por otro la leche, aunque tú en realidad solo quieras una gota :D
Por todo el jaleo que tenía para encontrar un café con leche normal me pasé al café solo. Y ahora tomo café solo siempre. Menos en los bares españoles, que pasa exactamente al contrario. Como el café normalmente es de mala calidad, para camuflar el mal gusto lo pido con leche. Un jaleo…

3. Las comandas
Que no se te ocurra perder la comanda. Si pierdes la comanda casi casi que vas a la cárcel :D ¿Qué es la comanda? El papelito en el que están escritos los productos de los bares y restaurantes. Conforme vas pidiendo te van anotando para luego pasar por caja al final cuando te vas del sitio.
Jamás olvidaré cuando se extravió mi comanda en Rio Scenarium. En realidad una amiga que se fue antes la metió en su bolso por error y casi me busca la ruina. Nunca había visto a los amigos brasileños que estaban conmigo ese día tan, tan, tan tensos. Yo me reía porque a ver… ¿qué es lo más grave que te puede pasar por perder un pepel de esos? Es que no me entraba en la cabeza. ¡Parecía que había cometido un crimen!
Llegó el camarero, luego el encargado, luego tuvimos que ir a hablar con no sé quien… hasta que mi amiga mandó una foto de la comanda de las narices desde su casa. Menos mal que había pedido poco porque si no no salgo de ahí o salgo con las esposas puestas. Increíble.
4. Rapidez para quitar las cosas de la mesa
Otra cosa que no es que me moleste pero me incomoda un poco es cuando estás en un restaurante y antes de que hayas terminado de comer vienen a quitarte los platos. ¡Dios! ¡Calma! Tanta paciencia para unas cosas y tan poca para otras :D
En esto a lo mejor los brasileños no se han fijado pero los españoles por lo menos sí. No sé si tiene que ver con el afán por la limpieza, que quieren tenerlo todo súper limpio en cada momento, o para que pidas más o para que te vayas y dejes tu sitio a otro. No sé los motivos pero sí que notas la presión, sí…
5. Las bolsas
Si hay algo que se derrocha en Brasil son las bolsas de plástico. No te ponen una, te ponen mínimo, mínimo dos bolsas para cualquier cosa que compres. A veces igual te vas a tu casa con 20 bolsas: dos para un pepino, dos para un pimiento, otras dos para un paquete de arroz… porque se ponen de par en par. Una solo no basta porque son muy flojas, muy débiles. Ni siquiera dos te garantizan que lo que has comprado no se te caiga por el camino.
Me pasaba con las bolsas de Lojas Americanas. Dos bolsas para una botella de agua y la botella se te cae en mitad de la calle. ¿Qué haces? Pues reírte porque a ver… son curiosidades brasileñas que al final acabas echando de menos.
6. Prohibido hablar en el banco
Que en Brasil se respetan más algunas cosas, eso es indiscutible. Por ejemplo, los asientos reservados para los ancianos, embarazadas y minusválidos en el transporte público. Eso es sagrado. O la fila del supermercado para las personas mayores. Nadie se salta algo así. Lo que me costó un poco más entender es por qué no se puede hablar, ni siquiera bajito, por teléfono cuando estás en el banco.
A ver… que si es por respeto pues nada, no hablas y ya está. Pero me pareció curiosa la reacción de la gente cuando yo no sabía eso y respondí a una llamada. Wow! ¡Cuantas miradas asesinas! Corté enseguida, claro…
7. El pan
Oh… esto es duro. Acostumbrarse al pan francés es complicado para un español. A nosotros nos gusta el pan más duro, más consistente. Al principio compraba esos panes carísimos del Pão de Açucar que era lo más parecido a lo que comía en España.
Luego encontré un restaurante italiano que tenía un horno y hacían su propio pan. Luego lo cerraron y desistí: me pasé definitivamente al pan francés después de probar la inmensa variedad de panes de Brasil: de coco, de maíz, australiano… la mayoría con leche.
Al final te acostumbras al francés que es lo más parecido a las barras españolas en formato mini. El problema es que es demasiado crujiente y demasiado poco consistente para lo que estamos acostumbrados, ¿qué le vamos a hacer?

8. El tamaño (gigante) de los platos
Esto es más en los restaurantes y sobre todo en los de comida por kilo. En las casas los platos son normales. El truco está en que te ponen un plato que es como tres veces el tamaño de mi cabeza para que lo llenes, te hinches, explotes y sobre todo, claro, para que pagues más.
También tendrá que ver con la costumbre que tienen en Brasil de mezclar todas las comidas en un mismo plato. No dividen entre primero, segundo y, a veces, ni siquiera postre. Va todo al mismo lugar. Todo junto e misturado, como dicen ellos :D
9. Pantalones cortos
Ojo con esto españolitas de mi corazón. Siempre digo que la culpa no es nuestra, es de Inditex. En Brasil se escandalizan con el tamaño de nuestros pantalones cortos. Los shorts de allí tapan más que los de aquí, por extraño que pueda parecer.
Yo he decidido pasarme a los de casi abuela aunque solo sea para no sentir que en todos lados me miran el culo. Incluso para no pasar apuros, porque de mirarte el culo descaradamente (y hacerte gestos también) a abusar de ti hay un paso mucho más pequeño de lo que nos imaginamos. Este es un problema serio en Brasil así que, el culillo que no se vea ;)
10. Los pagos
Sé que se hace en otros países. He visto algo parecido en Francia, pero no está tan asumido como en Brasil. A esto no me acostumbraré nunca. No falla. Siempre, siempre, siempre que entro en una lanchonete, bar, lo que sea, mi primer impulso es ir a pagar a la barra. Y no. En Brasil no va a así. Al final tengo que dar un paso atrás y pensar: «Queridinha, você não está na Espanha». Y ala, otra vez a empezar. Primero se paga en la caja y luego se pide. Así va. Si de repente quieres otra cosa tienes que volver, hacer la cola, pagar y luego hacer otra cola y pedir.
Lo hacen así para que los dependientes no tengan que tocar el dinero. O eso dicen. No sé si es exactamente el motivo porque en los autobuses también hay una persona que se encarga solo de cobrar y el conductor no tiene que tocar ningún alimento. Me parece que está más relacionado con la distribución del trabajo que tienen que con otra cosa.
Lo que más me impactó la primera vez que fui a Brasil en el año 2010 fue lo de pagar con ficha en las discotecas. Te dan una ficha, tú bebes lo que quieras durante toda la noche, te van registrando en la ficha lo que debes y luego pagas al salir. Que yo pensaba: «Aquí a la gente se le puede ir la mano muy fácil porque como no pagan en el momento, beben, beben, beben y luego a lo mejor no tienen suficiente al salir». Vamos… igual es que soy muy ingenua pero seguro que hay líos con esto.
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