No hace mucho tiempo empecé a ver fotos de senderistas y blogueros en un lugar medio misterioso del que nunca había oído hablar. Era el Morro da Viúva, un fuerte abandonado, que también fue usado como mirador para observar y proteger uno de los puntos estratégicos de la ciudad.
Se trata de una ensenada que separa las playas de Botafogo y de Flamengo desde donde se puede observar la playa y el Cristo Redentor. Ahora está cubierto de matorrales y edificios al fondo que fueron construyéndose en las últimas décadas, pero antes estaba libre de asfalto y ladrillo alrededor.

El Morro da Viúva (viuda, en español) se empezó a conocer con este nombre en 1753 después de que lo adquiriera la viuda de Joaquim Figuereido Pessoa. En lo alto todavía existen construcciones y casas donde vive gente, que seguramente serán el vestigio de la vivienda de la antigua propietaria del terreno.
En 1877 se instaló en el Morro da Viúva un sistema que formaba parte de la red de abastecimiento de agua de la ciudad. Se usó hasta la década de 1970 gracias a la construcción de una nueva, amplia y más moderna red en la zona sur de Rio de Janeiro.
Para subir al Morro da Viúva hay que ir al barrio de Flamengo. En metro es la estación con el mismo nombre, Flamengo, un barrio seguro y bonito muy agradable para pasear e incluso para vivir. La dirección exacta es Avenida Rui Barbosa 884.

Hay que subir una escalinata de 192 escalones que cansa, sí, cansa, pero vale la pena. Es un lugar completamente desconocido para los turistas, escondido en medio de los edificios y donde todavía viven familias. Los restos de la reserva de agua siguen en pie y ayudan a la hora de hacer fotos bonitas.
En el barrio de Flamengo hay muchos bares, ‘botecos’, ‘lanchonetes’ y restaurantes para comer, cenar y reponer fuerzas.
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